jueves, 6 de enero de 2011

¿ESQUIAR EN ÁFRICA?

Suena raro, ¿verdad? Con solo nombrar África lo primero que viene a la mente es un interminable y caluroso desierto que llega hasta el infinito. Pero en los 30.000 kilómetros cuadrados que ocupa el territorio de Lesoto (semejante a Galicia o a Bélgica) se eleva a un mínimo de 1.500 metros de altura. La más alta, de 3.841 metros es Thabana Ntleyana. Pero, además, se precia de un sinfín de las cosas “más altas de África” que van desde un pub hasta los 200 metros de la catarata Maletsunyane (más alta que las Victoria) donde se puede hacer el descenso de rápel más alto del mundo, según el Libro Guinnes de los récords, que puede durar hasta más de media hora. Eso si uno se arriesga. Porque si cree en la leyenda local según la cual en su base habita una serpiente gigante, preferirá evitar el contacto físico con la fuente de agua, y dedicarse mejor a su contemplación.


Pero, sin duda, lo mejor de Lesoto es su oferta turística porque no es necesario haber montado nunca a caballo para disfrutar de uno de los clásicos de este país: un pony trekking, es decir, unas cabalgatas que pueden llegar a los seis días de duración y que permiten pernoctar en cabañas en diferentes aldeas y conocer así la cultura de un pueblo que se enorgullece de no haber sido conquistado o colonizado nunca y que todavía mide las distancias en el tiempo que tardan las caballerías.

 


La historia de este país, que geográficamente es un enclave dentro de Sudáfrica, está íntimamente ligada a su fundador, Moshoeshoe I que en los años primeros del s. XIX tuvo que pedir ayuda a los Gran Bretaña para convertir Lesoto en un protectorado británico.

Así, no es de extrañar que haya nieve perpetua en alguno de sus picos, que los vestidos tradicionales en uso vengan en forma de gruesas mantas bien coloridas, que el medio de transporte de preferencia sean los caballos, los burros y los ponis y que uno pueda volver a casa diciendo que ha esquiado en África. Más allá del sinnúmero de actividades al aire libre que ofrece Lesoto: desde hacer rápel hasta senderismo, de montar a caballo a ir en canoa, de pescar truchas a, efectivamente, esquiar en invierno.

Fuentes:

3 comentarios:

  1. Que esperanzador es que sigan existiendo lugares como este donde la maldad de la modernidad no ha llegado aún. Eso de ni siquiera tener relojes me parece apasionante y lo más liberador que puede haber. Lástima que un sitio así no sea un estado soberano!

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  2. Creo que hasta esta rústica ciudad será engullida por la tecnología en cuanto ese turismo comience a ser rentable. O quizás estamos tan hartos ya de todo lo mecanizado que ahora lo rentable será lo campestre, rústico y hasta arcaico. Lo que tenemos claro es que una ciudad como esta difícilmente la vamos a encontrar en un continente como el nuestro...

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  3. Mami, lo de q no tienen relojes es cosecha propia, no? porque yo en ningún momento he dicho nada de eso! Jaja

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